En Europa se aprecia ya desde los ingleses, que la utilizaron para realizar los más bellos ejemplares de las joyas de la Corona, pero también de los rusos. Era de hecho la piedra favorita de la zarina Caterina, incluso Leonardo Da Vinci dio elogios, definiéndola en grado de eliminar los pensamientos más vacíos, y desarrollando la inteligencia. Los griegos transmitieron la certeza que constituyen un perfecto y excelente remedio contra los efectos del alcohol a los romanos, que contribuían a ellos a veces a alimentar la leyenda.
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